Bueno, las palabras se atoran en la garganta y el tiempo parece detenerse, el camino se ensancha, se alarga, y las piernas tiemblan y en el estómago revolotea el inicio de una sensación, como una mariposa con alas de luz.
Sólo una mirada furtiva entre la pequeña multitud puede revelar el mutuo interés entre dos. Y delatarles una sonrisa tímida, y la mirada llena de dudas y principios de certezas. Así suelen ser los noviazgos. O deberían ser, al menos.
Amar es tiempo perdido, si el amor no es correspondido.
¡Pero cómo saber!
Si alguien se atreve a dar el paso, armado con la pregunta, quieres estar conmigo, caminar conmigo, soñar conmigo, allí inicia el noviazgo. Y felizmente, y si se ha sembrado con cuidado, crece la flor de la Amistad en el campo del Amor, con el aire de la confianza y el respeto y la brisa refrescante de las experiencias aún por compartir. Puede sonar trillado, pero es cierto si las cosas se hacen con sinceridad.
A batallas de amor, campos de plumas. Así deberían ser todos los noviazgos para merecer ser llamados de ese modo.
Por el Amor Verdadero
¡Salud!
¡Salud!
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